La salida que encontró Alberto Fernández a la arrolladora crisis política que se desató con Cristina Kirchner fue una reformulación de parte de su gabinete que hizo lugar a las principales exigencias que había hecho la vicepresidenta. Además, el nuevo diseño del equipo incluyó recambios en áreas que, a los ojos de Fernández, tenían problemas de gestión o necesitaban una oxigenación. Lo más relevante es que -tal como pidió la titular del Senado- Santiago Cafiero dejará de ser jefe de Gabinete. No se irá del Gobierno, pero caerá en el organigrama: pasará a ser canciller, en reemplazo de Felipe Solá.
El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el de Trabajo, Claudio Moroni, eran dos blancos de constantes críticas por parte del kirchnerismo. Pero Fernández no los resignó.
Aníbal Fernández, un viejo conocido en la gestión, reemplazará a Sabina Frederic en Seguridad. Miembro del Grupo Callao -la usina política del jefe de Estado cuando estaba en el llano- la gestión de Frederic generaba cortocircuitos en un área sensible de cara al desafío electoral. Constantemente había sido erosionada por el ministro de seguridad bonaerense, Sergio Berni, un soldado de la vicepresidenta en el gabinete de Axel Kicillof.
Los cambios en el gabinete (seis ministros y un secretario de Estado) fueron anunciados pasadas las 22 del viernes, mediante un comunicado, minutos después de que Fernández dejara la Casa Rosada tras una jornada frenéticas. Las negociaciones tuvieron a Cafiero y De Pedro como principales embajadores de ambos “bandos”. Más de una vez, el jefe de Gabinete salió de Balcarce 50 para encontrarse con el ministro del Interior. A ellos se sumaron con puentes telefónicos Sergio Massa -que se mantuvo en todo momento en territorio neutral-, Máximo Kirchner, Raverta y Gabriel Katopodis (Obras Públicas), el último en visitar al jefe de Estado en su despacho.
Julián Domínguez, en tanto, irá al ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, un cargo que ya ocupó durante el kirchnerismo. Desde hace tiempo Fernández lo consideraba para un cargo y ahora reemplazará a Luis Basterra, un hombre del gobernador formoseño, Gildo Insfran. Jaime Perzyck, exrector de la Universidad de Hurlingham y secretario de Políticas Universitarias, será el nuevo ministro de Educación, en lugar de Trotta, en otra de las áreas más golpeadas por la pandemia. Y Daniel Filmus asumirá en Ciencia y Tecnología para reemplazar a Roberto Salvarezza, uno de los funcionarios cercanos al kirchnerismo que se había sumado a la ola de renuncias en masa y que causó irritación en el Presidente.
Juan Pablo Biondi, que hoy presentó su renuncia indeclinable como vocero presidencial, será reemplazado por Juan Ross. Hasta ahora trabajaba como director de Publicidad Oficial dentro de la Jefatura de Gabinete. “La renuncia de Biondi fue entregada a la mano del Presidente, hablaron durante dos horas”, dijeron fuentes al tanto de la escena. El vocero presidencial era uno de los funcionarios incondicionales de Fernández, además de su amigo personal. Siempre creyó que llegaría y se iría junto a su jefe. Pero tras ser apuntado duramente por Cristina Kirchner en su explosiva carta, la situación fue insostenible para el jefe de Estado.
La mayor dificultad de a jornada estuvo en encontrar los reemplazos para conformar el equipo que dejara atrás la crisis política: varios de los candidatos declinaron la oferta para sumarse al gobierno nacional. Entre ellos, el embajador en Uruguay, Alberto Iribarne, y el gobernador de San Juan, Sergio Uñac.
“Lo que más quería el Presidente en medio de toda la crisis era modificar las áreas que no venían funcionando bien o que se desgastaron. Lo más importante ahora es poner en marcha medidas”, dijo un funcionario del riñón del jefe de Estado cuando terminaba la jornada.
Según pudo reconstruir LA NACION, Fernández había comenzado a trabajar lentamente en su nuevo gabinete el jueves, recluido en Olivos con sus colaboradores más fieles, con la intención de levantar una bandera blanca con el kirchnerismo para ordenar el caos.
Todo se entorpeció cuando trascendió mediáticamente que Fernández le había aceptado la renuncia a De Pedro. Para desactivar ese foco de incendio, la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra -que habló por Fernández- salió a aclarar que el Presidente no había aceptado oficialmente ninguna renuncia. No alcanzó para calmar las aguas. Ese chispazo comunicacional enardeció a Cristina Kirchner que respondió con su explosiva carta abierta.
Después de hacer público su enojo y elevar la presión, Cristina Kirchner moldeó la propuesta de Fernández. “Lo importante hoy es encauzar todo para llevar adelante las políticas necesarias para recuperar el bolsillo de la gente”, dijeron desde su entorno.
Cerca del Presidente replicaron: “El frente es más grande y la unidad es lo que debemos trabajar hoy para salvarlo. ¿Se puede? Claro, es política”. Mañana Fernández viajará a La Rioja para mostrarse en una reunión con gobernadores. Siempre se pensó en los mandatarios provinciales como una base de fortaleza política para el Presidente al interior de la coalición de gobierno. Ahora que su autoridad fue amenazada por el kirchnerismo, recurrirá más que nunca a ellos.